Probablemente la temporada 1949-1950, pese a estar en Segunda, ha sido una de las mejores en la historia verdiblanca. Se ascendió de forma brillante a Primera, y el juego desplegado por el equipo rara vez se ha vuelto a ver por estos lares. Pero hubo algo más, en la Copa se pudo vivir una de las mayores gestas en la historia del club…

El transcurso del campeonato de Liga había sido un rotundo éxito. El Racing finalizó en lo más alto de su grupo en segunda (24 victorias y 6 derrotas). La dinámica positiva continúo en la liguilla final por el ascenso, donde el equipo verdiblanco logró el primer puesto por delante de Lleida, Murcia y Alcoyano. 99 goles logró el equipo en la liga regular, a los que se sumaron otros 20 logrados en los partidos de la fase final. Treinta y seis partidos con un saldo de 119 goles a favor y 55 en contra.

Pero hay un hecho que engrandeció todavía más aquella mágica temporada. Éste sucedió en el período que transcurrió entre la finalización de la liga regular y el comienzo de la fase final por el ascenso a Primera. En la Copa, llegados a los octavos de final, el bombo deparó al todopoderoso Barcelona como rival racinguista.

El partido de ida se disputó en las Corts, donde un Racing atemorizado recibió un severo correctivo. 4-1 trás un vendaval blaugrana. Felipe fue el autor del único tanto racinguista. Todo parecía decidido para el partido de vuelta…

Una semana después, 7 de mayo de 1950,  se celebró el segundo envite en el viejo Sardinero. En un partido épico, el Racing consigue igualar la eliminatoria en pocos minutos. En el primer tiempo se encarrila el pase, con goles de Nemes, Alsúa, Joseito (dos veces) y Echeveste. Es una fiesta, la gesta se ha logrado. Al final del encuentro el Barcelona lograría marcar su único gol. 5-1 y a cuartos.

El rival en cuartos fue el Valencia, al que, en otro mágico partido, se le derrotó por 3-0 a cero en el Sardinero. Las semifinales estaban tan cerca…pero….la vuelta nos devolvió despertó del sueño. Un severo 6-0 recibido en Mestalla, donde el Racing pudo adelantarse con un gol que fue anulado, acabó con los sueños coperos de aquel año. Una pequeña tristeza que no empañó la brillantez de aquellos dos partidos mágicos ante Barcelona (5-1)  y Valencia (3-0).